De la serie azul me gusta el color. No es el azul, por cierto, sino el negro del tejido de las prendas y el sonrosado de la piel. Pero si me detengo un poco, también me gusta el brillo que distrae y no dice nada. Oquizás sí dice, pero prefiero ignorarlo, porque miro la mano apretar el puño del cinturón, casi al borde de la orilla —quise decir, hebilla– y eso es lo que me habla en realidad. Tiene fuerza y me intriga saber hacia qué. No tardo mucho en conectar la idea con la mirada. Los ojos me quieren decir algo, y es fuerte, desafiante acaso. No logra decirlo y aprieta le cinta metálica del cinturón muy cerca de la hebilla. Es una tira, una lìnea que te atraviesa, una fuerza indeformable, un destino que llega a donde hay un sitio donde abrevar, llegar, soldar, unir. Y me lo muestras mientras por tu hombro la cinta que sostiene el sueve pelambre de algodón que cubre tus pechos se deliza casi indefenso, sostenido por un hilo que guarda la cordura, esa misma que hace que carne y luz dibujen la idea del sudor y el deseo, digan y no, pues en estos tiempos hay que callar a veces. Tensas esa cinta metálica; agreste, como tal vez la idea que lanzas con la mirada y que nunca entenderé. Es una barrera, lo sé. Me lo dicen tus ojos; es un arma en realidad. Por eso tu cuerpo no está indefenso y el tirante puede caer. Tus labios están diciendo esa palabra que aquel que desea tu piel no quiere escuchar.
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De la serie azul me gusta el color. No es el azul, por cierto, sino el negro del tejido de las prendas y el sonrosado de la piel. Pero si me detengo un poco, también me gusta el brillo que distrae y no dice nada. Oquizás sí dice, pero prefiero ignorarlo, porque miro la mano apretar el puño del cinturón, casi al borde de la orilla —quise decir, hebilla– y eso es lo que me habla en realidad. Tiene fuerza y me intriga saber hacia qué. No tardo mucho en conectar la idea con la mirada. Los ojos me quieren decir algo, y es fuerte, desafiante acaso. No logra decirlo y aprieta le cinta metálica del cinturón muy cerca de la hebilla. Es una tira, una lìnea que te atraviesa, una fuerza indeformable, un destino que llega a donde hay un sitio donde abrevar, llegar, soldar, unir. Y me lo muestras mientras por tu hombro la cinta que sostiene el sueve pelambre de algodón que cubre tus pechos se deliza casi indefenso, sostenido por un hilo que guarda la cordura, esa misma que hace que carne y luz dibujen la idea del sudor y el deseo, digan y no, pues en estos tiempos hay que callar a veces. Tensas esa cinta metálica; agreste, como tal vez la idea que lanzas con la mirada y que nunca entenderé. Es una barrera, lo sé. Me lo dicen tus ojos; es un arma en realidad. Por eso tu cuerpo no está indefenso y el tirante puede caer. Tus labios están diciendo esa palabra que aquel que desea tu piel no quiere escuchar.
ResponderEliminarporfa leon danos massssss
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